Discutiendo salario, hicimos historia (los trabajadores)

 por Rubén Alberto Moscatelli

 

A modo de memoria colectiva y sin ninguna intención de clausurar debates que me parece que son valiosos cuando nos lo planteamos como modos de participar en la construcción colectiva de una identidad, en este caso, la identidad del trabajador de la educación. Más que intentar el cierre de una etapa tienen, estas palabras, la intención del testimonio de una historia vivida.

 

 Al momento de la institucionalización de la Confederación Nacional de los Trabajadores de la Educación; que tiene muchos y ricos antecedentes, da pasos definitivos de consolidación como organización al comienzo de la década de los 70, a través de varios encuentros, reuniones, congresos y muchas luchas que la van constituyendo, nace con la aspiración como trabajadores de dar la batalla por un salario digno y con la consigna “a igual trabajo, igual remuneración en todo el país”. A pocos pasos de su nacimiento la “noche de la dictadura”; que todos conocemos y con ella la destrucción de la militancia o descabezamiento de las organizaciones sindicales y su consecuencia, la imposibilidad de la lucha por la dignidad del trabajador en todos sus aspectos y fundamentalmente en su salario. La vuelta a la democracia una década más tarde nos permitió la reorganización de  la herramienta, pero todavía, muy inmadura para conseguir los objetivos a los que hacían referencia su declaración de principios.

Muchos parámetros diferentes para confrontar con una patronal dispersa, y en lo estrictamente salarial, de  muy difícil conciliación lo de “a igual trabajo, igual salario”, cada jurisdicción provincial o nacional, y también en la Capital Federal. Cada gobierno y cada sindicato fijaban criterios propios, en aras de la declamación del federalismo, que en la práctica era la puja desigual por conseguir un mejor salario, esto, se hacía por jurisdicción, niveles, ramas, modalidades, lugares de trabajo. Al final de la década después de la lucha de la “Marcha Blanca” año 88, (primera movida nacional importante de nuestro sector en la vida de la democracia), conseguimos una ley de paritarias nacionales (con una trampa que la hacía inexistente, -“debían refrendarla 14 jurisdicciones”). ‘89, caída del muro de Berlín, pero, para nosotros hiperinflación y  huida de Alfonsín, década del menemato, una de las décadas más duras de la historia argentina para los trabajadores y los asalariados, tampoco en este discurrir histórico ni la mayoría de los trabajadores del país, ni particularmente nuestra organización pudo, supo o quiso instalar una agenda que nos permitiera sentirnos hacedores de nuestra historia. Entre las organizaciones de los trabajadores de la educación sentimos que nos reunión el rechazo al horror de las decisiones que todos los días iban gestando los sectores del poder, privatizaciones, desguace del estado, las AFJP, pérdida de los derechos de los trabajadores y entre las pérdidas mayor dispersión y cada vez más lejos de la canasta familiar digna. Allí respondimos de muchas maneras, la más eficaz y significativa en lo simbólico fue La Carpa Blanca  frente al Congreso.

La Alianza y la continuidad del proyecto hegemónico  con otros nombres, aunque mayor endeudamiento y menos posibilidad de atender la demanda de los sectores excluidos o expulsados del sistema. Diciembre de 2001, Duhalde y las mismas respuestas. La gran devaluación y la pérdida en una sola decisión del 70% de nuestra capacidad de compra del salario, allí tampoco tuvimos correlación de fuerza para disputar la recomposición salarial. O tal vez, es necesario recordar lo que significó “Los federales”  en todo este período y las secuencias posteriores.

En esta etapa, y como  tapa agujero apareció el Fondo de incentivo docente, monto en negro, del presupuesto nacional que todavía persiste, y que no hemos podido modificar (priva de parte de su salario a los jubilados, en dos momentos en el cálculo de su salario al momento de jubilarse y mes a mes cuando cobran) y también a los activos.

La ley de Financiamiento Educativo, instrumento y aplicación que nunca colmó nuestras aspiraciones, pero que ha seguido transitando su derrotero en los diversos presupuestos. De esta manera se ha consolidado en la aplicación del consolidado presupuesto de nación y las diversas jurisdicciones el 6% del PBI para Educación, Ciencia y Tecnología. Consecuencia de su art. 10 es la paritaria nacional. En nuestra provincia, por ley, la instancia de paritaria provincial. Los años que se ha ido aplicando este mecanismo (imperfecto) ha permitido establecer un piso salarial que lentamente nos permite una negociación colectiva del salario para todas las jurisdicciones que pone una base que permite ir acercándonos (lentamente) a la declaración de principios inicial de la Confederación (CTERA). Este transitar nos muestra que la historia la hacemos encendiendo los fueguitos y paso a paso, lo logrado es injusto porque es insuficiente y porque en nuestra provincia es inconstitucional. Pero nada de lo que nos hemos ganado como sector es dádiva de sector político alguno, ni mucho menos apropiación de sector interno (nacional o provincial), pero tenemos que reconocer que ha sido una construcción de política gremial (como por ejemplo la lucha de la CTA por la asignación universal por hijo) que ha sabido tener sus aspectos positivos y también sus debilidades.

En la misma dirección ha sido la lucha por un salario digno para los compañeros trabajadores jubilados de todas las jurisdicciones y de las distintas actividades laborales tanto del ámbito publico como privado, allí está nuestra lucha por la re-estatización de la jubilación y consolidación del sistema de reparto y su actualización periódica de los montos para recuperar o por momentos para mantener el poder adquisitivo del salario.

Hay muchas más luchas por dar en la escuela pública y en la concreción de los derechos de los trabajadores de la educación, este pequeño señalamiento tiene la intención de no perder la perspectiva y reconocer que los esfuerzos que realizamos van construyendo nuestra historia, verlos como conquista nos impide naturalizarla o minimizarla. En la paritaria provincial hay mucha tela por cortar y no sólo discutir un monto salarial, pero seguramente también en este aspecto seguiremos construyendo conciencia en el colectivo de nuestros trabajadores.

Me identifico con las demandas y reclamos sobre lo insuficiente de este monto salarial, y más todavía al aspecto de su composición o forma de aplicación en la provincia de Entre Ríos, pero hagamos un esfuerzo por valorar nuestras luchas y nuestra construcción (aún incompleta y con muchas debilidades) en este momento histórico de América Indo-hispánica-portuguesa y miremos con perspectiva histórica de sólo unas pocas décadadas, los grandes pasos que hemos podido dar, así como todo lo que nos resta en este largo proceso.

                 Rubén Alberto Moscatelli

trabajador de la educación

 

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